PERÚ, PASIONES FUNCIONALES
Por: Pascual E. Alejo Rettiz
Estar en la administración pública, es servir al sector que representa desde adentro hacia fuera, más no es servir de afuera hacia adentro, respondiendo a intereses de obediencia al régimen político que gobierna, ya sea, a nivel nacional, regional, provincial y distrital.
Por: Pascual E. Alejo Rettiz
Estar en la administración pública, es servir al sector que representa desde adentro hacia fuera, más no es servir de afuera hacia adentro, respondiendo a intereses de obediencia al régimen político que gobierna, ya sea, a nivel nacional, regional, provincial y distrital.
A la fecha observamos poca decencia en todos los niveles del Estado. La manera de hacerse de un puesto de trabajo y de ganarse los soles, ya no es, con el sudor de la frente como reza un adagio popular muy antiguo, sino con la viveza y el pillaje del narrador de esperanzas, que al paso del tiempo se convierten en puras demagogias políticas, haciéndole un daño a la ciencia política.
Escribe el resto del post aquiNo es aceptable que, alguien pretenda seguir contando con la confianza política del elemento gobernante, si este fue un bueno para nada. Y, sin embargo no son removidos de sus cargos sectoriales, pese a palparse el atraso; de conocerse indicios de corrupción; de saber que no existe el mínimo interés de gerenciar, de promover espacios y polos de desarrollo que logren beneficiar sosteniblemente a los más pobres de la región.
Todos sabemos que, somos una región considerada dentro del mapa de pobreza, la pregunta es: ¿por qué estamos ahí; por quién o por quienes? - respuesta: estamos considerados pobres, porque nuestra cultura del servicio es mezquina, donde prima la satisfacción al apetito del mandón, sin importar para nada a nuestros pueblos, a quienes para contentarles se les aceptan algunos proyectos que solicitan y, que terminan inaugurándose con harta comida y alcohol.
Esta realidad social, política y económica que vive el país, es una replica bien parecida en cada uno de las regiones. Para revertir este mal se necesita de un sincero y comprometido cambio de conductas, principalmente de quienes se consideran líderes. Y, como tal, exigirse responsablemente el servicio a su región y a sus pueblos a la hora de estar en el mando, sin embriagarse en las funciones pasionales de viejo cuño.
Publicado por: Diario Correo – Huánuco